No creo en los buenos propósitos de Año Nuevo (ni de ningún otro día del año) porque por mucho que tú te propongas cosas, ya están los demás para desmontarnos todo eso que nos hemos propuesto. Tampoco tengo ganas de hablar de retos porque casi cada día es un reto nuevo, así que dejo mi post de hoy en una especie de deseos/utopías que me gustaría que se cumpliesen en 2017. Hablo del terreno laboral y que se cumpla todo esto es fundamental para tener pasta para lo que quiero hacer en el terreno personal. La vida es así de cruel y de puta. Empezamos:
- No trabajar los fines de semana (y digo esto mientras trabajo un domingo, el 1 de enero) a no ser que sea por una causa buena y egoísta como irme de viaje o coger un día libre. No quiero tener que trabajar sí o sí sábados y/o domingos porque, si no, la semana no da más de sí. Eso implica saber decir que no, dejar de coger trabajos, ampliar equipo… Si tuviera una respuesta ya lo habría hecho.
- Encontrar por fin la metodología perfecta. Voy con el ordenador encima y con tres agendas a cuestas, pero al final está siendo la forma más eficaz de organizarme. El reto para 2017 es intentar encontrar una herramienta que me ayude a terminar de gobernar el caos y que me permita seguir trabajando cada día en un sitio y con un equipo diferente.
- No perder el tiempo en reuniones. Eso es algo que poco a poco se va consiguiendo pero que hay que seguir trabajando en 2017. Entiendo que el contacto humano, el lenguaje no verbal y la construcción de una relación de confianza son necesarios, pero eso no implica tener reuniones improductivas cada dos semanas. Las reuniones se tienen que hacer cuando se tienen que hacer y como se tienen que hacer. Eso quiere decir cosas como puntualidad, orden del día, nada de interrupciones (whatsapps, mails, llamadas que atendemos mientras estamos reunidos) y, fundamental, una hora de finalización. Nada de reuniones que empiezan con el comentario sobre el fin de semana, que empiezan media hora tarde porque la gente no se toma en serio ni su tiempo ni el de los demás, nada de horas hablando de obviedades o dando vueltas a cosas que no tienen solución.
- Cobrar bien y cuando digo bien me refiero a que la gente pague a tiempo y lo que valen las cosas. En este sector cualquiera piensa que no necesita a un profesional para hacer las cosas porque, al fin y al cabo, eso de escribir en Facebook también lo hace su sobrino de 14 años y luego los posts se promocionan prácticamente solos. Un poco más de respeto para los profesionales en honorarios y en seriedad a la hora de pagar las facturas sería ya la repera.
- Un poco menos de pirateo. Que desaparezcan de una p**a vez los atilas, esos que pillan a un cliente virgen, lo dejan sin pasta y sin resultados y luego hace de él (o de ella) un ser herido y permanentemente a la defensiva, que nunca vuelve a creer en nada ni en nadie porque se siente permanentemente estafado/estafada.
- Entender mi letra y tener el despacho ordenado. Esto es mucho pedir, I know. Casi tanto como hacer las facturas bien a la primera 🙂