Entiendo tu ímpetu, créeme. Llevas semanas descansando, desconectando, bebiendo cervecitas en terracitas y disfrutando de veranito, haciéndote fotos de pies y disfrutando de atardeceres de esos que solo se ven como fondo en las citas motivacionales que vemos cada mañana en las redes. Estás fresco/fresca como una rosa y eso se nota. Un montón de ideas en el viaje de vuelta o esta mañana en la ducha, un montón de ganas de retomar la rutina, de ponerlo todo en el sitio, de recuperar el ritmo. Y ahora una pregunta… ¿Te has preguntado cómo es el tema para los que no hemos tenido vacaciones?
Ahora es cuando alguien me dice “pero si tú te fuiste cuatro días al País Vasco”. Que me fuera no quiere decir que estuviera de vacaciones, porque no son vacaciones si la batería del teléfono no te llega a mediodía y llevas el portátil a cuestas como si fuera el caparazón de una tortuga. Así que no, no he tenido vacaciones a no ser que se considere vacaciones tener una tarde libre de vez en cuando. Y así que sí, soy una amargada, una resentida y una envidiosa.
Ya sé que tú no tienes la culpa de que yo me haya pasado el verano encerrada o bien en la oficina o bien en el nuevo despachito de mi casa (una idea de puta madre para pringar más aún), pero yo tampoco tengo la culpa de que todos volváis el mismo día ni de que os hayáis tomado la misma sustancia dopante para volver con tanta energía. No sé si los Juegos Olímpicos te pillaron en un país remoto, pero voy a citar a Carolina Marín y eso será mi nuevo mantra: UN POCO DE ESPACIO. Igual que el mundo no se iba a acabar el 30 de julio, cuando apurabas las horas de oficina para irte de viaje, tampoco depende ahora de tu hiperactividad repentinaque salgamos todos de la crisis repentinamente y nos hagamos ricos en un abrir y cerrar de ojos. Relax.
Y ahora, la propuesta de paz: vamos a dosificarnos. No vale de nada arrancar a tope y deshincharte dentro de dos semanas, pedir agilidad y luego anquilosarte a lo loco. Yo, por mi parte, prometo descansar un poco y morder menos, aunque sabes que luego acudo rauda y veloz cuando me haces ir a una reunión para perder el tiempo (las de no perder el tiempo hasta la disfruto). Así que tú te tomas una tila y yo vitaminas (o un par de chupitos de vodka) y encontramos un punto de encuentro. ¿Hay trato?
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