Muchos de mis días en la oficina son una lucha contra mis propias metodologías y a veces paso horas y horas y horas tratando de descubrir por qué a veces me organizo tan mal. Últimamente he descubierto que me faltaba algo de visión global y en eso me ha ayudado un montón utilizar herramientas como Trello. El problema era que me estaba organizando semana a semana y eso hace que muchas veces no sea consciente del trabajo que tengo realmente, por eso me he hecho una planificación a 11 semanas vista, hasta que vuelva de vacaciones. Y el principal motivo es ese, que no me voy a llevar el ordenador a Japón y eso significa que todo lo demás tiene que estar bajo control hasta el día antes, porque siempre me pasa lo mismo: surgen cosas, me dejo cosas y me acabo metiendo en el avión con el portátil porque me he dejado cosas por terminar y es mi culpa.
Con esta nueva forma de organizarme veré si realmente sirve de algo coger carrerilla (o joderse el mes de agosto, que viene a ser lo mismo) para luego ir más tranquila cuando me vaya de viaje o si voy a dejar que los imprevistos se me coman, porque muchas veces es cuestión de dejar yo que las cosas se me coman. Ahora, con una visión global de la carga de trabajo hasta la segunda semana de noviembre, me puede resultar mucho más fácil decir que no a un cliente o decirle a otro que ese proyecto que pide no podrá estar hasta que vuelva. O que si no me pasa la información ahora, que no me pida nada nuevo. Y así es como parece que irá el otoño.
Si soy capaz de organizarme y de no dejar que me desorganicen, a lo mejor el caos empieza a tener sentido.